Abject of Decay en el Delfus
Foto por Andy Bullet Howson
¿Qué es Abject of Decay?
El bar Delfus es un recinto antiguo y minúsculo a unas cuadras de la avenida Larco.
Mis recuerdos de él son antiguos, de compartir en aquel reducido escenario poemas con cuatro gatos, maullando entre las tablas de aquel ático con un par de sillas arrimadas. Recuerdo que por entonces nadie compraba nada, y entrábamos y salíamos, como gatos pobres, casi sin invitación.
Sobre Abject of Decay pensé en escribir algo desde hace mucho tiempo, sobre todo no sólo sobre Abject of Decay sino también sobre "A Lustre Précis" y "Nicolo Sommer", que son todos nombres de casi las mismas personas, y hasta me habían dado la impresión de no publicar más que un título de álbum por nombre. Así, el autor nace y muere con la obra, y no hay dos autores iguales para dos obras diferentes. Título y nombre son intercambiables, porque no somos más que lo que hacemos, y en cada una de nuestras acciones somos otro.
Abject of Decay también fue otro aquella noche. Solían ser una de esas inverosímiles bandas cuasivirtuales de sólo dos personas. Nicolo Sommer y David Neumann alternan desconcertantemente entre guitarra, batería, teclado y voz, y logran que todo suene a la vez como si fueran más de cuatro. Pero en este caso Abject of Decay también fue Patricio Ato, o Pato, en el bajo.
A Pato lo he visto tocar en varias bandas antes, pero eso fue hace tiempo. Él me contó que había dejado de tocar por mucho, y se reencontró con Nicolo y David, a quienes conocía del colegio, por casualidad en una sala de ensayo. Improvisaron algunas tonadas juntas y le dijeron a Pato que se presentarían como grupo dentro de menos de un mes. "Y me chantaron como veinte canciones para aprenderme". Pero su bajo encaja a la perfección, como si Abject of Decay siempre hubiera tenido a Pato como parte de su esencia.
La pregunta sobre qué es Abject of Decay tampoco se puede resolver con categorías musicales. La definición en su página es evasiva, casi esquizofrénica, al categorizarse como "géneros diversos como alternativo/electro/fantasy/experimental", si es que alguna de esas es una categoría. Por una parte tiendo a ser partidario de una teoría fluida de géneros intersectantes pero definibles, y hace poco hablaba de la ansiedad de influencia, el correr desesperado para huir de ser algo concreto. Pero Abject of Decay ¿es acaso algo concreto? Yo diría "rock alternativo electrónico", pero eso también es un "ninguna de las anteriores", y mis intentos por localizarlos son tan o más desesperados que sus intentos de escapar. Las canciones oscilan entre una suavidad de cuerdas eléctricas, un lento resentimiento de guitarras distorsionados, una sonrisa irónica sobre beats sampleados que más que música bailable resulta una ácida parodia de la misma. Existen esos artistas, de los cuales sólo se puede decir lo que no son, porque lo que son no es más que ser ellos mismos. Abject of Decay es Abject of Decay, pero no sé qué ni quién ni cuántos ni cómo ni dónde sea eso.Dónde tampoco, porque todos y cada uno de los miembros son tanto peruanos como alemanes y van de este al otro lado del charco y del idioma constantemente. Para colmo ahí está la "chinese song", que creo es lo mismo que "Yue liang dai diao wo de xin", lo cual de veras está en chino y no sé qué dirá.
Tampoco le pregunten al dueño de Delfus, quien se sabe las canciones de los Beatles pero antes que pronunciar el nombre de esta banda alega que no sabe hablar inglés.
Pero, ¿qué pasó con Abject of Decay aquella noche, en el Delfus? La verdad, el ático abandonado de los gatos ahora sí parecía un bar; nunca lo habría imaginado tan repleto, la gente se paraba en la escalera y me pidieron compartir la mesa con algunos desconocidos. El espacio estaba iluminado por las rojas luces electrónicas que caracterizan a la banda y rodeaban sus instrumentos apretujados en el mínimo escenario. Más inverosímilmente aun cupieron ahí los tres miembros, a veces de costado o de espaldas para no entrechocarse; y funcionaron, extraña pero perfectamente, para llenar el lugar con su desconcertante música.
Es cierto, hubo algunos problemas de audio. La voz de Nicolo no se alcanzó a escuchar en muchas de las canciones. ¿Era que el equipo no se pudo instalar en un lugar tan precario? ¿Era que las viejas tablas del techo crujieron bajo el sonido electrónico? ¿O fue sólo atribuible al error humano? La banda se mostró nerviosa, pero su música siguió brotando, incluso en varias secciones de improvisación instrumental memorable en medio de la construcción de su sonido muy particular. Sea lo que sea Abject of Decay, que lo siga siendo, vale la pena.
Glauconar Yue